Lole Reutemann: El hombre que me contagió de automovilismo  

Se cumple una semana que nuestro querido Lole ya no está con nosotros físicamente pero sigue en el corazón de cada uno de sus Fans. Gracias a él me metí en el mundo del Motorsport. Mi infancia, adolescencia y adultez se mezclan con anécdotas con él.

Hace una semana no fue un día como cualquier otro, en Argentina se celebraba el Día del Periodista Deportivo en Automovilismo y tuve que escribir la noticia más triste que caló hondo mis sentimientos y que a su vez me remontó a varios pasajes de mi vida. El miércoles 7 de julio no fue un día como cualquier otro, partió hacia su última y eterna carrera Carlos Reutemann, el “Lole” como le decíamos todos.

Mi amor por el Motorsport nació gracias a él en 1974, con mis apenas 9 años mis padres me compraban la revista Billiken y en uno de sus ejemplares contenía un poster con su imagen, Lole posaba sobre la trompa de su Brabham BT44. Al instante un escalofrío corrió por mis venas, me preguntaba quién era esa persona y el auto.

Mi papá, fierrero de alma, me comentó todo sobre el “Lole”, que competía en la Formula 1 y que era un “pilotazo”. También me habló de que todos los domingos madrugaba para verlo correr. Y si…. en la siguiente carrera madrugué para acompañar a “mi viejo” y ver mi primera carrera. Fue el inicio de los domingos sin dormir que conservo hasta hoy, primero para ver correr al “Lole” y luego para fascinarme con la F1 y otras categorías de Argentina, Uruguay y todo el mundo.

En mi adolescencia mi amor por la F1 y mi fanatismo por Reutemann eran mayúsculos, peleas con mis amigos que lo tildaban de “segundón fracasado” y yo defendiendolo a morir. ¡Qué año especial que fue 1981! Contra viento y marea peleó contra rivales y su propio equipo por el campeonato, llegó puntero a la última carrera en Las Vegas. Yo estaba en un campamento con mi colegio, ni loco me iba a perder la definición del campeonato. Con un amigo buscamos entre carpas y motorhome a ver si alguno tenía una TV para ver la carrera, encontramos una y sus dueños nos invitaron a verla. Lo que pasó ya lo sabemos todos, una boicot de su equipo le hizo perder el campeonato por un punto. Sentía bronca, impotencia y desazón fue la primera vez que lloré por una carrera.

Su última temporada en el Gran Circo fue al año siguiente, bueno solamente había disputado dos Grandes Premios y la falta de motivación –a pesar de su segundo puesto en Sudáfrica- lo empujó a tomar la decisión que yo menos quería. Fue allí que tomé conciencia que nunca iba poder verlo competir en vivo, que frustración,

Pasaron los años, Reutemann emprendió nuevos rumbos. En el año 1995 la F1 regresaba a Argentina y para festejar tan grande acontecimiento, la organización invitó al Lole a hacer una exhibición con una Ferrari 412 T1. Una procesión de miles de aficionados acudimos a la Misa de Motorsport en el “Coliseo Porteño”, era mi primera experiencia en la F1 con el agregado de por fin ver en pista a nuestro Gladiador. Desde la noche anterior yo ya estaba en el Autódromo, no era el único, miles de aficionados estaban allí. Lluvia torrencial y barro hasta las rodillas ¡Que nos importaba! La Formula1 volvía a la Argentina, Cuando el Lole saltó a la pista explotaron las tribunas, sus vueltas con la Ferrari fueron mágicas, nos deleitó con sus destrezas “Volvió el Maestro” gritaban. La frutilla del postre fue el giro de honor portando la bandera Argentina.

https://twitter.com/d_panelo/status/1413222538239483905

La vida siguió, el Motorsport también y yo en mi mundo como profesional administrativo. La era Internet irrumpía en el mundo, buscaba información sobre la F1 hasta que un día del año 1999 encuentro una gran página en formación. La dirigía un tal Cristóbal Rosaleny Sancho, a la postre mi mentor en el periodismo deportivo, intercambiamos un par de mensajes y materiales. Al poco tiempo me invitó a formar parte de su proyecto TheF1.com que estaba creando junto a Cristóbal Rosaleny Cerveró y Carlos Gayubo.

A la par, Lole crecía en la política. Un día mientras cumplía funciones de gobernador se me ocurrió mandarle un mail para invitarlo a escribir una columna para la web. Nunca pensé que me iba a responder, lo hizo en una llamada telefónica! No lo podía creer, su voz retumbó en el auricular de mi celular, estaba nervioso y en cada frase siempre agregaba el latiguillo “Señor gobernador”. En un momento me dice “Daniel, cuantas veces habrás dicho ´dejate de joder Lole otra vez perdiste´ o ´grande Lole que Victoria’ … por favor decime Lole”. A partir de allí, y hasta estos últimos meses, el contacto fue casi permanente.

En 2008, me dieron un casco pintado con el diseño que el Lole uso en la exhibición de Buenos Aires. Gracias a las gestiones de Alejandro de Brito pude ingresar a la Cámara de Senadores para que me lo firmara, “Solo 10 minutos me dijeron”, eran días turbulentos en la política argentina. Esos 10 minutos se transformaron en 3 horas de puro automovilismo y anécdotas.

La última vez que lo vi personalmente fue 2014, Reutemann fue invitado probar en el Autódromo de Buenos Aires un auto de la categoría argentina Fiat Abarth. El objeto de los test era evaluar si estaba en condiciones físicas de competir en la serie el mismo día que se corrían los 200 kilómetros de Buenos Aires del Super TC2000. Unos pocos privilegiados tuvimos el placer de verlo dar más de 35 vueltas.

Una curiosidad, Reutemann tenía puestas las mismas botas recortadas en la punta que usaba en la época en que compitió para Ferrari. Luego de finalizados los test, se bajó del auto muy emocionado “¡He revivido!” nos dijo. Mi corazón latía a mil. Lo entrevisté por varios minutos, hablamos de la actualidad, de sus épocas en la F1 y del futuro del Motorsport.

En los años siguientes solamente mantuvimos conversaciones telefónicas, siempre cordiales y amenas. Y llegamos al maldito día. Lole querido, solo tengo para decirte gracias por abrirme la puerta de tu mundo. La grilla está lista, Niki, Fangio, El Cabezón, Hunt, Ronnie, Gilles, Ayrton y tantos otros te esperan para tu última y eterna carrera… Chau Lole.

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